miércoles, 18 de septiembre de 2013

Los tres Amigos de la Vida


Durante nuestras vidas tenemos tres amigos principales, y cuando fallecemos, ellos nos dejan en el orden inverso a la importancia que les asignamos. Apenas nuestra alma deja nuestro cuerpo, toda nuestra riqueza huye con ella. Los familiares son más leales, y caminan con nosotros después de nuestro fallecimiento hasta el cementerio, el cual será nuestro lugar de descanso final. Entonces, ellos también nos dejan y siguen con sus vidas. Sólo nuestro nombre, las buenas acciones que hicimos por otros y la influencia que tuvimos sobre ellos se mantienen luego de nuestra muerte y nos ofrecen un poco de inmortalidad.

¿No es extraño entonces que pasemos la mayor parte de nuestras vidas persiguiendo dinero, que pasemos mucho menos tiempo del que deberíamos con nuestras familias, ¡y que invirtamos tan pocos de nuestros esfuerzos en lograr aquellas cosas por las que seremos recordados!?


Quizás nos sintamos identificados con las profundas palabras del autor contemporáneo Emile Henry Gauvreay: 
"Fui parte de una extraña raza de personas que fueron acertadamente descritas como personas que pasan sus vidas haciendo cosas que detestan, para ganar dinero que no quieren, para comprar cosas que no necesitan, para impresionar a personas que odian". 
Es hora que reflexionemos qué cosa merece realmente nuestras lágrimas. Queremos por sobre todo ser felices. Nuestra cultura sigue diciéndonos que la forma de ser felices es tener más dinero. Entonces podremos comprar más cosas que nos darán más placer. Y cuando no nos dan el placer esperado, nos dicen que realmente necesitamos aún más dinero para comprar cosas más grandes y mejores, por lo que tenemos que aceptar más trabajo y más estrés ya que sólo entonces seremos realmente felices. Por lo tanto, vemos cada vez menos a nuestras familias y acumulamos cada vez más posesiones, pero finalmente terminamos descubriendo cuán verdadera es la advertencia que nos hace Pirkei Avot al decir que "mientras más propiedades, más preocupaciones".

"La riqueza es como la salud: A pesar de que su ausencia puede generar miseria, tenerla no garantiza felicidad", concluye el Dr. David Myers. "En todo caso, a juzgar por elevadas tasas de depresión, la quintuplicación de la tasa de crimen violento desde 1960, la duplicación de la tasa de divorcio y la triplicación de la tasa de suicidio adolescente, hoy en día somos más ricos y menos felices".

"La satisfacción no se trata tanto de conseguir lo que quieres sino de querer lo que tienes. Hay dos formas de ser rico: Una es tener una gran riqueza y la otra es tener pocas necesidades", dice Myers. "Encuentra formas de sacar el mejor provecho al dinero que pasa por tus manos y nunca pierdas de vista todas las cosas que son mucho más importantes que el dinero".

miércoles, 11 de septiembre de 2013

Derechos defendidos... dignidad no negociada


Primer día de clase, el profesor de "Introducción al Derecho" entró en la habitación y lo primero que hizo fue pedir el nombre de un estudiante que estaba sentado en la primera fila:
- ¿Cuál es su nombre?
- Mi nombre es Nelson, Señor.
- ¡Fuera de mi clase y no vuelva nunca más! - Gritó el maestro desagradable.
Nelson estaba desconcertado. Cuando volvió en sí, se levantó rápidamente recogió sus cosas y salió de la habitación.
Todo el mundo estaba asustado e indignado, pero nadie habló.
- ¡Muy bien! - Vamos a empezar.
- ¿Para que sirven las las leyes? Preguntó el maestro - los estudiantes seguían asustados, pero poco a poco empezaron a responder a su pregunta:
- Para tener un orden en nuestra sociedad.
- ¡No! - Respondió el profesor.
- Para cumplirlas.
- ¡No!
- Para que las personas equivocadas paguen por sus acciones.
- ¡No!
- ¿Alguien sabe la respuesta a esta pregunta!
- Para que se haga justicia - una muchacha habló con timidez.
- ¡Por fin! Es decir, por la justicia.
Y ahora, ¿qué es la justicia?
Todos empezaron a molestarse por la actitud tan asquerosa del profesor.
Sin embargo, continuaron respondiendo:
- A fin de salvaguardar los derechos humanos ...
- Bien, ¿qué mas ? - Preguntó el maestro.
- Para diferenciar el bien del mal, para recompensar a aquellos que hacen el bien ...
- Ok, no está mal, pero respondan a esta pregunta:
"Actué correctamente al expulsar a Nelson del aula?"
Todos estaban en silencio, nadie respondió.
- Quiero una respuesta por unanimidad!
- ¡No! - Todos contestaron con una sola voz.
- Se podría decir que he cometido una injusticia?
- ¡Sí!
- ¿Y por qué nadie hizo nada al respecto? Para que queremos leyes y reglas, si no tenemos la voluntad necesaria para practicarlas? Cada uno de ustedes tiene la obligación de hablar cuando es testigo de una injusticia. Todos . No vuelvan a estar en silencio, nunca más! Vayan a buscar a Nelson - dijo. Después de todo, él es el maestro, yo soy un estudiante de otro período.

Aprendan: Cuando no defendemos nuestros derechos, se pierde la dignidad y la dignidad no puede ser negociada.