sábado, 2 de marzo de 2013

Tu brillo opaca al envidioso



Fábula de la luciérnaga y la serpiente


En cierta ocasión una serpiente empezó a perseguir a una luciérnaga. Ésta huía muy rápido y llena de miedo de la feroz depredadora, pero la serpiente no pensaba desistir en su intento de alcanzarla. 

La luciérnaga pudo huir durante el primer día, pero la serpiente no desistía. Dos días y nada. Al tercer día, ya sin fuerzas, la luciérnaga detuvo su agitado vuelo y le dijo a la serpiente:

_ "¿Puedo hacerte tres preguntas?", dijo el insecto.

_ "No acostumbro a responder pregunta alguna a mis víctimas, pero como te voy a devorar, puedes hacerlo", respondió la serpiente.

"Entonces dime", dijo la luciérnaga, "¿Pertenezco a tu cadena alimenticia?"
_ "¡No!", contestó la serpiente.
_ "¿Yo te hice algún mal?", cuestionó por segunda vez la luciérnaga
_ "¡No!", volvió a responder el ofidio cazador.
_ "Entonces, ¿Por qué quieres acabar conmigo?"
_ "¡Porque no soporto verte brillar!", fue la última respuesta de la serpiente.


Moraleja

La envidia es un deseo de destrucción, de odio. La envidia tratará de destruirte a través de la persecución abierta o de descalificación, de la calumnia. Su objetivo será siempre el mismo: perseguirte hasta la aniquilación de tu existencia. 

Recién cuando tu estima y tu identidad estén seguros de tus capacidades y habilidades, cuando hayas determinado que nada te moverá del objetivo a seguir, nunca nadie más logrará eficacia desde su envidia.

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